jueves, 13 de diciembre de 2012

Prejuicios y discriminación


Todos los días somos testigos directos o indirectos de actos de discriminación. Es objeto de discriminación toda persona que es considerada “diferente” en algún aspecto, al grupo al que el discriminador pertenece. Se discrimina por sexo, edad, raza, enfermedad y un sinnúmero de otras características. Pero ¿Por qué ocurre esto?
Los seres humanos tendemos a dividir en grupos a todos los que están alrededor. Se hace una división entre los se identifican como similares a uno (grupos personales) y los que se consideran diferentes por una o varias características (grupos ajenos).  Este proceso se llama categorización social y crea, casi inmediatamente, sesgos en los grupos que se consideran disímiles, lo que lleva fácilmente a la creación de prejuicios y la posterior discriminación.

Si bien son conceptos son diferentes, prejuicio y discriminación están relacionados. Los prejuicios son una actitud aprendida hacia otros que incluyen sentimientos negativos (como temor, odio, aversión), creencias erróneas extendidas (estereotipos) y una tendencia conductual. La discriminación, por otro lado, es una conducta. Son actos injustos que se dirigen hacia un grupo en particular. Ello puede expresarse de diversas maneras, algunas sutiles como la preponderancia de cierto aspecto físico en la publicidad; y otras más groseras como no permitir el ingreso de algunas personas a determinados sitios públicos.

Se han formulado algunas teorías para intentar explicar cómo se originan los prejuicios. La teoría de frustración-agresión señala que las frustraciones vividas por algunos grupos generan hostilidad que se dirige hacia otros que están en minoría o en una posición desventajosa socialmente. Otra teoría atribuye los prejuicios a una personalidad autoritaria o intolerante. No se acepta nada que se aparte de las reglas establecidas. Hay un pensamiento inflexible que se vuelve hostil ante todo lo que viole las reglas y encuentra justificaciones a su modo de proceder. No obstante, todos en mayor o menor medida, tenemos prejuicios que dirigen nuestra actitud y conducta frente a ciertos hechos. Es un fenómeno que se da en todas partes y se forma desde la infancia a partir del modelo de los padres y sociedad.
¿Qué se puede hacer? ¿Tener información que desmienta nuestros prejuicios es suficiente? No necesariamente. Ello se puede apreciar con el temor respecto al contagio de VIH y la discriminación que puede desencadenar por este. Es necesario ser conscientes de nuestros prejuicios, los temores que los sostienen y relativizar nuestras ideas preconcebidas permanentemente para poder cambiar de actitud y modificar nuestra conducta frente a los demás.

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