domingo, 22 de diciembre de 2013

Lero, lero

En el mundo de las redes sociales se comparte todo tipo de información. Algunas personas son más cautas que otras pero todos los que participan activamente de estos espacios disfrutan de interactuar y compartir emociones, eventos, cambios personales, relacionales o laborales. Todo tipo de información puede ser expuesta, ya sea buena o mala; aunque por supuesto, la mayoría prefiere expresar solo las cosas positivas y mantener las malas noticias dentro de las cuatro paredes donde se encuentre. Todo esto es perfectamente natural y comprensible pero ¿hace falta postear cada salida a un lugar de moda, cada viaje a una playa paradisiaca y cada entrada al concierto de rock de turno? Algunas publicaciones parecen tener un mensaje “saca pica” implícito. Son un “lero, lero” mediático que ha reemplazado al “tú no tienes y yo sí” del recreo de primaria al mostrar el juguete nuevo. Por supuesto, esta no es la intención de las personas, por lo menos no conscientemente, pero tal vez esa es la lectura que pueden provocar en algunas personas que leen sus publicaciones. Un estudio reciente señala que un tercio de los que están en las redes sociales pueden mostrar emociones negativas como envidia, frustración y comparación constante al ver la variada actividad de sus contactos. Algo para pensar, ¿no?

Festejos de fin de año


A pocos días de acabar el año, la mayoría de personas empiezan a organizar los planes para despedir el 2013 y dar la bienvenida al nuevo año. Grandes y chicos se preparan para quemar el muñeco, ver los fuegos artificiales, compartir una cena a medianoche o hacer diversos ritos para que el 2014 traiga prosperidad y éxito en diferentes aspectos.
Cada familia tiene sus propias tradiciones para el 31 de diciembre. Algunos acostumbran hacer diferentes cábalas como dar la vuelta a la manzana corriendo con una maleta en la mano, comer lentejas, engullir doce uvas o llenarse los bolsillos de arroz. Los niños y adolescentes suelen disfrutar de estas actividades en familia pero es común que al llegar a cierta edad, deseen festejar el fin de año con amigos.
¿Qué hacer si los hijos adolescentes prefieren celebrar fuera de casa? ¿El año nuevo debe pasarse siempre en familia o es una celebración para compartir con los amigos? ¿Se debe obligar a los hijos a quedarse en casa?
Crecer es parte natural de la vida e inevitablemente, en algún momento, los hijos preferirán hacer planes con los amigos, ya sea para ir a una fiesta o esperar las 12 a su manera.
Los padres no pueden forzarlos a quedarse en casa para siempre pero tendrán que decidir cuándo será conveniente o no darles permiso para celebrar solos. Antes de los 15 años, los adolescentes aún requieren de supervisión de los adultos y es probable que los padres se sientan más tranquilos permitiendo que los hijos puedan pasar un rato con los amigos siempre y cuando permanezcan cerca de casa y vuelvan temprano. Para los que viven en barrios o condominios que cuentan con seguridad, dejarlos salir al parque o zona común es una buena opción. Las familias que veranean en alguna playa tranquila, en la que todos se conocen, pueden también darles más libertad a sus hijos sin temor.
No obstante, cuando el balneario es concurrido, hay personas desconocidas y varios locales que venden licor sin control, es conveniente estar atentos, especialmente con los chicos entre 15 y 18 años.

Los adolescentes están apresurados por crecer y generalmente se sienten preparados para vivir experiencias nuevas, comportarse como adultos, aunque aún no tienen la sensatez y el juicio necesario. El papel de los padres será guiarlos y darles libertad e independencia en la medida que demuestren madurez.  

Dar y recibir regalos

Dar y recibir regalos es parte importante de las interacciones humanas. La costumbre de dar obsequios se puede encontrar en todas las culturas desde la antigüedad. Si bien el tipo de regalos y la manera de entregarlos pueden variar de sociedad en sociedad, el acto de regalar permite, en todos los casos, estrechar lazos afectivos y mostrar consideración e interés por otra persona.
Obsequiar algo es una convención que se manifiesta en diferentes situaciones, es parte de los ritos de la sociedad. Se da un regalo cuando es el cumpleaños de una persona, cuando se casa, se gradúa u otras celebraciones que formar parte de la cultura en la que se vive. Es una manera de saludar y manifestar nuestra presencia. No por casualidad se dice “dar un presente” en otros idiomas.
La navidad también es una fecha en la que se suele dar regalos a otras personas, familiares y amigos especialmente. Esta tradición se remonta a siglos atrás y probablemente se ha ido modificando hasta llegar a nuestros días. En navidad cada persona da regalos y recibe otros de sus seres queridos. Este intercambio, sin embargo, es más importante de lo que se piensa.
Brindar algo significativo a otra persona implica no solo desprendimiento sino también el deseo de hacer feliz a alguien, brindarle bienestar, comodidad y afecto. Es un detalle, un símbolo que implica mostrarle que lo valoramos.
Por otro lado, recibir un obsequio permite a las personas tener la posibilidad de experimentar la gratitud y demostrarla, además de sentirse halagadas y queridas. El hecho de recibir un regalo, de cualquier tamaño o valor es, en términos generales, una muestra de que la otra persona se ha tomado el tiempo de pensar en uno y en lo que podría gustarnos.
Lamentablemente, cuando los regalos se vuelven una obligación y las personas se sienten presionadas a comprar alguna cosa por compromiso, los regalos se convierten en detalles impersonales, dejan de tener significado y son un mera transacción para salir del paso. Esto puede ocurrir en estas fechas en las que la presión ejercida por los medios de comunicación masiva y el estilo de vida consumista lleva a todas las personas a una voracidad por comprar y tenerlo todo.

Los niños son especialmente vulnerables a este bombardeo comercial. Por ello, es importante trasmitirles la esencia de regalar y el significado de los obsequios. Se debe enseñarles a apreciar los regalos que reciben, sean muchos o pocos. No es necesario ni conveniente darles objetos materiales en exceso. Se aprende a valorar más lo que se posee cuando se tiene menos.

La otra cara de las fiestas navideñas

La navidad y el año nuevo son la época de la alegría, la unión y las celebraciones en familia. Cada año, los adornos navideños cubren la ciudad, los villancicos se escuchan en cada tienda comercial y los intercambios de regalos se organizan en las oficinas.
Todas las propagandas, películas y escaparates recuerdan las fiestas y es imposible escapar a la vorágine que se desencadena. El fin de año trae más movimiento en la casa, el trabajo y las calles. Se deben terminar informes pendientes o presentar trabajos finales de curso, asistir a innumerables compromisos (desayunos navideños, almuerzos de la oficina, lonches del grupo de amigos, etc.) y además darse el tiempo suficiente para comprar los regalos en medio del tráfico caótico de diciembre.
¿Es posible lidiar con todo esto sin perder la alegría y el espíritu festivo? Para algunas personas las fiestas navideñas se convierten en un mandato. Es casi una exigencia tener una navidad perfecta y un año nuevo espectacular. Es una fecha que están obligados a celebrar pero que no pueden disfrutar completamente por los altos niveles de estrés y la tensión concomitante.
Por ello no es extraño que algunas personas se sientan abrumadas y presenten síntomas de ansiedad. La falta de dinero, los problemas en el trabajo o con la pareja pueden causar desilusión. Unido a ello, el inevitable balance personal del año y las expectativas no cumplidas pueden llevar a las personas a sentirse frustradas y sumirlas en emociones nada alegres.
Estar lejos de la familia, una separación, problemas con parientes o haber perdido a un ser querido durante el año, provocan que invadan sentimientos de soledad y sumerjan a las personas en la tristeza.
En este sentido, es posible que se presenten cuadros de depresión estacional en esta época. Es importante buscar apoyo de las personas más cercanas, ya sean familiares o amigos. El soporte emocional que se reciba será fundamental para amortiguar los sentimientos de tristeza y desencanto. Además, es recomendable organizar las actividades para no sobrecargarse, destinar un tiempo a hacer ejercicios y darse el espacio para buscar momentos de relajación, aunque ello implique perderse algunos eventos. No es saludable exigirse más allá de sus posibilidades. Recuerde que más importante que alcanzar todos los objetivos y tener una navidad de película es sentirse tranquilo y disfrutar de estas fechas con apacibilidad y bienestar.

miércoles, 4 de diciembre de 2013

Desarrollo de la empatía

El desarrollo de la empatía es un logro básico en las personas, ya que permite establecer relaciones interpersonales profundas y satisfactorias con los demás. Esta habilidad se forma paulatinamente en el vínculo con los padres desde el nacimiento. La respuesta afectiva al bebé y la capacidad de la madre para percibir las necesidades del niño y satisfacerlas adecuadamente son indispensables para que la estructuración mental sea apropiada. La empatía se ha descrito como el pegamento en la construcción del sí mismo. Sin esta, la estructura psíquica es endeble. Goleman señala que la capacidad de percibir los estados emocionales propios y de los demás es uno de los factores necesarios para la inteligencia emocional. Comprender los sentimientos de otros y actuar de acuerdo a ellos permite acciones altruistas, de cooperación y solidaridad. Estudios realizados con niños y adolescentes relacionan puntuaciones altas en empatía con varias conductas sociales positivas (prosociales, asertivas, autocontrol, liderazgo) y menos conductas sociales negativas (agresivas, pasivas, retraimiento y antisociales). Los niños aprenden a ser empáticos si lo son con ellos, la contención emocional cuando se sienten tristes, adoloridos o frustrados es fundamental y debe ser una constante en el vínculo, así como ayudarlos a expresar sus emociones y a entender lo que sus actos provocan en los demás. 

Juego patológico

Los juegos de azar han existido desde la antigüedad y, probablemente, en todas las épocas hubo personas que apostaron compulsivamente. No obstante, el juego patológico o ludopatía se reconoce como trastorno recién en 1980 en la tercera edición del Manual de Diagnóstico Psiquiátrico de la Asociación Psiquiátrica Americana (APA).
La ludopatía se define como un trastorno de control de impulsos. La persona no resiste la tentación de jugar. Esta conducta es reiterativa y va en aumento a pesar de las pérdidas económicas hasta afectar de manera significativa el funcionamiento en todos los aspectos: personal, familiar, económico, laboral y social.
La búsqueda de ayuda se retrasa pues la persona cree que tiene el control sobre el juego cuando realmente es esclavo del mismo. Este pasa de ser ocasional a convertirse en el eje de la vida de la persona. El jugador patológico atraviesa diferentes fases: ganancia, pérdida, desesperación y desesperanza. Las apuestas aumentan, se endeudan cada vez más y a pesar de las pérdidas, no pueden dejar de jugar.
En ese sentido, los síntomas del juego patológico son similares a los definidos para el abuso de drogas, la persona no puede refrenar la conducta y sufre de síndrome de abstinencia cuando no juega, por eso la ludopatía es considerada una adicción sin sustancia, ya que hay una dependencia hacia una actividad y no a una droga. El juego también provee fascinación y placer momentáneo pero luego se cae en un estado de angustia que lleva a volver a jugar y hundirse cada vez más.  El juego compulsivo como cualquier otra adicción pone en riesgo a la persona porque trae diversas dificultades en su vida.
Si bien no se describe un perfil de personalidad específico entre los jugadores patológicos se han descrito algunas patologías psiquiátricas asociadas a este problema como cuadros de depresión, ansiedad y abuso de sustancias. Es común que la persona busque ayuda por estos problemas y no mencione su hábito de jugar. También pueden aparecer o agravarse síntomas depresivos o de ansiedad como consecuencia del progreso de la ludopatía junto con otros problemas como quiebra financiera, divorcio, perdida del trabajo e incluso intento de suicidio.

El tratamiento consiste en lograr la abstinencia de la conducta de juego y la aceptación del problema es el primer paso para la recuperación. El uso de fármacos y psicoterapia es recomendable para brindar apoyo al paciente y evitar las recaídas.

jueves, 21 de noviembre de 2013

Convivir con una mascota

A la mayoría de personas les gustan los animales aunque no todos tienen o han tenido, alguna vez, una mascota. No obstante, los que comparten su vida con algún perro, gato, conejo, ave u otro animalito; saben lo afortunados que son.
Las mascotas traen múltiples beneficios a las personas. El vínculo que se forma con estos pequeños compañeros es diferente y especial. El cariño que brindan las mascotas es constante y desinteresado. Siempre están allí para acompañar y acurrucarse junto a su “humano”. Y es que para disfrutar plenamente de una relación como esta no es posible ser amo y tratar a los animales como una posesión más. Es un vínculo en el que se da y se recibe por igual.
Compartir la vida con una mascota es, ante todo, una responsabilidad. Es deber de las personas cuidar de los animales a su cargo y cubrir todas sus necesidades básicas. A cambio, ellos brindan compañía, sosiego, apoyo en momentos de pesar y alegría con sus tiernas acciones.
Diversos estudios se han centrado en los beneficios que traen las mascotas para la salud de las personas, especialmente a los adultos mayores, al punto que se les considera como una medicina preventiva. Acariciar una mascota produce efectos relajantes en la persona, lo que favorece la disminución de la presión arterial. Además de mitigar la soledad, también favorece que el adulto mayor se enfoque en el cuidado de estos, estimule la comunicación y se sienta útil y motivado, lo que beneficia la autoestima y bienestar psicológico general.
Todas las personas que tienen la suerte de tener una mascota saben que, el solo hecho de verlas al llegar a casa luego de un largo día, mejora instantáneamente su humor y permite dejar de lado todos los problemas para disfrutar de un simple juego con una pelota, cuerda o un palo de madera. Compartir con ellos ayuda a eliminar el estrés cotidiano y promueve el ejercicio, además de estimular la expresión de emociones.

Seguramente algunas personas leerán estas líneas pensando en los gastos y dificultades que pueden desprenderse de convivir con un compañero perruno o  gatuno. Por supuesto es un costo extra, en términos de dinero y obligaciones diarias con ellos. Además, no faltan los amigos que señalen el mueble raído de la sala y sentencien que no se tendrá nunca una casa decorada cual revista que se pueda presumir; pero lo que probablemente piensan los amantes de las mascotas, es que ningún sillón les producirá nunca la felicidad que le brindan esos compañeros de cuatro patas. 

domingo, 17 de noviembre de 2013

Dinero y felicidad

Varias frases populares asocian la felicidad con el dinero: “el dinero no da la felicidad pero es lo que más se acerca a ella”, “el dinero no brinda felicidad pero ayuda a comprarla” o “el dinero no puede hacer que seamos felices pero es lo único que nos compensa de no serlo”. Si bien se repite una y otra vez que el dinero no asegura la felicidad, todos estos los refranes terminan asociándolo a una suerte de remedio o sustitución de esta. El mundo está organizado de tal forma que se tiende a pensar que ser felices está directamente relacionado a tener objetos materiales. Si esa es la definición de la felicidad entonces el dinero es vital para alcanzarla. Es cierto que un sueldo alto puede cubrir las necesidades básicas y brindar tranquilidad a las personas para disfrutar de diversos aspectos de su vida pero allí termina la relación. Si no fuese así, los millonarios serían felices y los pobres infelices e innumerables veces observamos lo contrario. La felicidad está asociada a la satisfacción personal. La gente más feliz es la que se siente plena con lo que logra y disfruta de ello. Tiene que ver más con una actitud optimista hacia la vida y la capacidad de valorar cada momento.

Seguridad en redes sociales

Se ha hablado bastante sobre lo peligroso que es para niños y adolescentes entrar a internet por el riesgo potencial al que pueden exponerse cuando interactúan con personas que no conocen bien o al aceptar invitaciones de extraños. No obstante, la preocupación por resguardar a los más pequeños a veces hace que los adultos dejen de lado las precauciones necesarias en sus propias cuentas. Si bien estos saben de sobra que no se debe aceptar a desconocidos en las redes sociales pueden dejar al descubierto mucha más información de la que son conscientes si no toman las previsiones precisas. Este fue el tema de un video que estuvo circulando en internet en el que un psíquico sorprendía a varias personas con datos muy específicos sobre sus vidas (todos proporcionados por los propios usuarios en internet). Ello ocurre porque varias personas no saben modificar las configuraciones de privacidad esenciales y comparten fotos de sus autos nuevos (con placa incluida), el primer día de escuela de sus hijos con el uniforme (nombre de colegio a la vista) o brindan información sobre sus actividades diarias que puede ver cualquier persona con una computadora. No todo debe anunciarse al mundo. La reserva que la persona mantenga en sus cuentas personales es la mejor estrategia de seguridad.   

Oficina móvil

Cada vez más personas trabajan como consultores independientes en distintas áreas del mercado laboral. Algunas cumplen sus funciones desde casa, otras solo pasan por la empresa para una reunión y permanecen la mayor parte del día en trabajo de campo o utilizan las cafeterías como oficinas móviles.
Las tecnológicas actuales permiten que los trabajadores puedan avanzar sus tareas desde casi cualquier lugar: un café, el comedor de su casa o incluso su cama. Para diversos trabajos solo se necesita una computadora portátil y redes de internet inalámbricas.
Ello permite flexibilizar horarios y facilitar la productividad pero puede traer también algunas desventajas. ¿Es conveniente trabajar en espacios que no son exclusivamente destinados a las labores de oficina?
En términos generales, contar con un espacio físico cómodo, iluminado y sin ruido o distracciones permite concentrarse mejor en las actividades laborales que se realizan. Las oficinas cuentan con estos requisitos lo que favorece el trabajo operativo y organizado.
No obstante, si sus funciones laborales requieren de ideas creativas e innovadoras, es probable que se beneficie de cambiar de locación. Para trabajar en equipo se puede optar por una sala de reuniones o una cafetería. Si una negociación se estanca, cambiar la ubicación puede también ser favorable; pero cuando se trata de trabajo administrativo, trabajar individualmente desde un lugar concurrido puede ser difícil.
Trabajar desde casa puede traer también diversas dificultades si uno no logra hacerse un horario y cumplirlo. Si no se tiene la disciplina necesaria se tiende a dedicar más tiempo a actividades domésticas o a tomar demasiados descansos. Las interrupciones de los hijos, las llamadas de teléfono o los cortes constantes para un bocadillo pueden impedir que complete las metas que se había propuesto.

Cada actividad tiene su momento y espacio adecuado. Puede realizar las tareas que requieren de mayor concentración en un escritorio o lugar aislado para no ser interrumpido y utilizar las mañanas cuando sus hijos están en el colegio y dejar el tiempo suficiente para dedicarles por la tarde. Algunas personas tal vez prefieren trabajar por la noche cuando no hay interrupciones. Así que no hay nada dicho. Cada persona tiene sus propias características y debe tomarlas en cuenta para elaborar el esquema que más le favorece y concuerda con su tipo de trabajo.

martes, 29 de octubre de 2013

Octubre

Las tradiciones familiares no se rompen fácilmente excepto cuando es indispensable hacerlo porque todo tu ser lo pide a gritos y es necesario para tu bienestar emocional. En dichos casos, no importa qué tan joven seas. Eso comprendí un día de octubre. Hasta ese momento había ido a Acho sin quejarme y con una serena indiferencia. Me la pasaba entretenida jugando en las gradas y cuando mostraba signos de aburrimiento me atiborraban de chocolates, queques y otras golosinas que devoraba con deleite; hasta aquel día en que atendí al espectáculo, esa degradante y cruel función. La sangre chorreaba por ambos lados del lomo del pobre animal y unas varillas incrustadas lo hacían retorcerse de dolor. Su aspecto denotaba cansancio, sufrimiento; y no pude evitar imaginar lo que podría sentir el solitario toro en medio de la plaza. El dulce de turno permanecía en mis manos a medio acabar pero solo una sensación displacentera persistía y quedó marcada en mi memoria. Han pasado más de treinta años y aún puedo evocar con claridad y tristeza ese día, el último que asistí a una corrida de toros.

jueves, 24 de octubre de 2013

Problemas para despegar

En EEUU y los países europeos es común que los jóvenes salgan de casa apenas cumplen la mayoría de edad para vivir solos. Quedarse con los padres tiende a ser motivo de burla, como ocurre en una comedia en la que los padres contratan a una novia para que su hijo deje la casa.
En el Perú, por el contrario, se estila que los hijos e hijas continúen viviendo con sus padres hasta que forman una nueva familia. E incluso en esos casos, algunas veces traen a su pareja a vivir a la casa familiar.
Es cierto que las dificultades económicas y la falta de oportunidades laborales no dejaban otra alternativa a los jóvenes durante muchos años. Sin embargo, esta conducta particular va más allá de un problema de presupuesto. Hoy existen más oportunidades para trabajar en diferentes rubros que en las décadas pasadas y la costumbre de vivir con los padres continúa arraigada.
Tampoco se puede atribuir el hecho a inmadurez o falta de autonomía solamente, aunque en varios casos podría tratarse de cierto temor a crecer y hacerse cargo de sí mismos. Es más sencillo estar bajo la protección de los padres, y que ellos mantengan las responsabilidades domésticas, aunque ello pueda significar tener menos independencia y privacidad en la vida cotidiana.
Evidentemente no hay un solo factor causal, cada caso es particular. No obstante, un aspecto que también hay que tomar en cuenta es el factor social. La cultura patriarcal pone su cuota en esta costumbre de no dejar la casa familiar. Si bien han cambiado algunos estereotipos y hay mayor libertad para hombres y mujeres; aún permanecen en el chip colectivo algunas ideas machistas como que las mujeres deben salir de la tutela paterna para pasar a la tutela del esposo. Una mujer que se anima a vivir sola es mirada con sospecha e incluso mal vista en algunos sectores.
Por otro lado, los hombres que han sido criados para ser atendidos, no se animan a dejar los mimos de la madre, quien lava, plancha y cocina, para hacerlo todo él mismo. Prefieren esperar hasta encontrar una mujer que la reemplace y se encargue de él en lo doméstico.

Ambos sexos están reforzados por el entorno y generalmente son los mismos padres los que se preocupan por quién se va a encargar de sus hijos o hijas cuando vivan solos. Felizmente también hay otros discursos y patrones de crianza que reman hacia otra dirección porque independizarse económica y emocionalmente de los padres indudablemente permite un gran crecimiento personal a todos y todas.

Dulce adicción

Una melodía pegajosa y repetitiva, los ojos fijos en la pantalla repleta de caramelos multicolores, la atención enfocada en eliminar gelatinas y uno solo puede pensar: ¿en qué mala hora me metí a jugar esto? Si usted también ha sido atrapado por Candy Crush, pasa todos sus momentos libres alineando dulces y cuando deja de jugar intercambia caramelos en la mente, probablemente se preguntará ¿qué hace a este juego tan adictivo? Básicamente se trata del mismo proceso que provoca jugar en el casino, en los videojuegos u otros similares. La gratificación inmediata que produce ganar y pasar de nivel busca ser repetida constantemente. El refuerzo (ganar la partida), que se da en un intervalo variable (no sabemos cuándo vamos a lograrlo) mantiene a la persona tratando una y otra vez hasta conseguir el éxito. Además se ha señalado que esta urgencia por resolver el juego está relacionada a un fenómeno llamado “Efecto Zeigarnik” que genera tareas incompletas que necesitan solucionarse. Otros aspectos influyen también en el mantenimiento de la conducta de jugar como la obligación de esperar cuando se acaban las “vidas” (lo que suscita una suerte de síndrome de abstinencia) y la competencia permanente con los amigos; sin dejar de lado la música que casi hipnotiza. Todo un reto mantenerse alejado.

lunes, 21 de octubre de 2013

¿Es beneficioso o perjudicial repetir el año?

Se inicia el último bimestre del año académico y para muchos estudiantes la suerte está echada. Si su rendimiento escolar ha sido deficiente, lo más probable es que ellos, y sus padres, estén preocupados por la posibilidad de perder el año.
En la mayoría de colegios la repitencia escolar es un tema común y usualmente se considera responsabilidad exclusiva del alumno. Es el estudiante el que debe dar la talla y rendir igual que el resto. Sin embargo, estudios pedagógicos señalan que cada niño aprende a su ritmo y de manera diferente. Por lo tanto, lo ideal es acompañarlos en su proceso de aprendizaje particular sin presionarlos para que logren su máximo potencial. Lamentablemente el sistema educativo actual, que generalmente es masivo, no permite el seguimiento cercano de cada alumno. Los que se quedan atrás deben volver a estudiar todo el programa una vez más.
¿Es esto beneficioso o perjudicial? Se puede alegar que si el alumno no ha aprendido los contenidos necesarios que le corresponden, lo recomendable es que haga otro intento. No obstante, si las condiciones son las mismas, es probable que el fracaso se dé una vez más. Por ello, es necesario examinar cuáles son las dificultades y en qué áreas se expresan para intervenir oportunamente y lograr un cambio real.
Lo ideal, por supuesto, es prevenir la repitencia y actuar desde los primeros meses del año. Si el colegio no brinda una atención especializada entonces será recomendable buscar un especialista que programe un trabajo focalizado para llenar los vacíos académicos y mejorar el aprendizaje del niño.
Es importante tomar en cuenta que la repitencia puede traer más dificultades al alumno si no se le brinda el soporte educativo y emocional necesario. Pueden manifestar problemas de comportamiento, baja autoestima, desadaptación socio-emocional con sus compañeros (tendrá que integrarse a un nuevo grupo además de concentrarse en su desempeño académico). Todo ello puede afectar sus logros, justamente en las áreas que debe reforzar.

Por ello, lo más recomendable es hacer un balance de pros y contras. Si por ejemplo, el alumno es menor que el resto de sus compañeros o su nivel madurativo no permite que afronte los retos del año, estará en desventaja con el grupo y ello lo puede llevar a fracasar en algunas áreas. En estos casos, será mejor colocarlo en el nivel que le corresponde lo más temprano posible.

Interacciones virtuales

Uno de los aspectos más característicos de la sociedad actual es el uso masivo de la tecnología y los medios virtuales. Estos pueden facilitar el trabajo y las actividades de la vida diaria pero también han cambiado la manera de interactuar de las personas, especialmente de los más jóvenes quienes han crecido en la era de internet.
Las redes sociales se han vuelto el escenario en el que se encuentra gente, se forman parejas y hasta se terminan relaciones. Cuando conocen a alguien en una fiesta, los jóvenes se añaden a diversas redes sociales inmediatamente y quedan en “encontrarse” en el chat para conversar. El espacio virtual es ahora el “nuevo barrio”.
Más allá de juzgar esta modalidad (a los adultos que no están inmersos en este mundo les cuesta entender esta nueva dinámica);  sería provechoso intentar entender por qué las redes sociales han ganado tanto espacio entre los adolescentes. Por supuesto, es un fenómeno complejo que no responde a un solo factor causal pero aquí algunas hipótesis.
Para muchas personas es más sencillo relacionarse a través de una pantalla, especialmente al inicio de una relación. Las señales no verbales que usualmente te delatan en las primeras citas están cubiertas. No quedan expuestos los nervios, la timidez, el rubor en el rostro. Ello permite, además, que algunos se animen a hablar más de ellos mismos.
El mundo virtual plantea una paradoja, uno se siente lejos, y a la vez, cerca del otro. Esto facilita la aproximación en cierta medida pero puede conllevar riesgos también porque los límites se vuelven difusos en esta nueva realidad compartida (virtual); lo que lleva a mostrar, en ocasiones, más de lo que se quisiera amparados en la “distancia” geográfica y a la vez, animados por la “cercanía” emocional que se experimenta en ese espacio.

Además la inmediatez que permite una interacción constante satisface la necesidad de estar “conectado” con otros permanentemente y no deja sentir la falta, aunque ello puede resultar más perjudicial. Es saludable mantener cierta distancia que preserve la individualidad. Se debe aprender, también, a estar solo con uno mismo. Además es imprescindible consolidar los vínculos en la realidad. Es allí donde es posible corroborar la atracción mutua, las intenciones reales del otro y la profundidad de la relación. Felizmente la mayoría de personas son capaces de utilizar conscientemente los medios virtuales y construir una intimidad física y emocional adecuada en el mundo real.

¿Halloween o canción criolla?

Se suele criticar  que Halloween es una celebración comercial y extranjera que no se debería copiar aquí y que lo que se debe celebrar es el Día de la Canción Criolla como buenos peruanos; y probablemente sea lo más adecuado. Pero no hay duda que para los niños resulta más atractivo llenar bolsas de dulces y disfrazarse.
El carácter tenebroso también atrae a muchos niños y adultos que disfrutan de las películas de terror y los cuentos de fantasmas, aunque ello puede asustar a otros, especialmente a los más pequeños. En otros países como México, hay una celebración especial para el día de los muertos. Aquí la celebración no está tan extendida y se mantiene casi exclusivamente en la sierra.

Por supuesto, celebrar Halloween no implica que se deje de promover la música peruana o que se eduque a los niños para apreciarla. Seguramente, alguna vez, ustedes también se han disfrazado y han salido a pedir dulces en Halloween cuando eran niños y luego han celebrado la música criolla cuando crecieron.
Es importante que se les brinde a los niños la posibilidad de festejar lo nuestro pero sin prohibir otras opciones. Si sus amigos organizan una fiesta de disfraces o una salida por el barrio a recolectar caramelos, impedirle a sus hijos ir, solo les traerá malestar y probablemente sientan que son los únicos que no participan ni encajan en el grupo en ese momento.

Felizmente hay otros contextos en los que es posible promover la música peruana. Es probable que en las familias y los colegios (por lo menos algunos) se realicen eventos para conmemorar el Día de la Canción Criolla. Esa es la mejor manera de impulsar nuestras costumbres y aprender de nuestro legado cultural.
No obstante, otras escuelas solo celebran Halloween u optan por hacer una mezcla que refleja una suerte de sincretismo cultural. Ello no tiene nada de extraño; la misma celebración de Halloween, que tiene sus orígenes hace más de dos mil años ha ido incorporando elementos diversos y superponiéndose a diferentes celebraciones.
Lo más recomendable es darles a los niños la información sobre una y otra celebración, contarles el origen de ambas y la tradición envuelta en cada una. De esta manera aprenderán más de ambas celebraciones.

Al final, lo importante es ayudarlos a formar un pensamiento crítico para que ellos decidan con libertad en esta disyuntiva como en cualquier otra situación más trascendental de sus vidas. 

miércoles, 2 de octubre de 2013

Autoestima

El desarrollo de la autoestima es central en la vida de las personas. La valoración positiva que uno hace de sí mismo favorece el bienestar emocional. Alguien con buena autoestima será más seguro, más independiente, capaz de asumir retos y responsabilidades, se sentirá orgulloso de sus logros y podrá tolerar mejor la frustración, entre otras cosas. De acuerdo a Susan Harter, quien ha estudiado el tema ampliamente, la autoestima global se forma a partir de diferentes fuentes: la aceptación y el apoyo de personas significativas, la apariencia física, la aceptación social, la competencia académica, el comportamiento y la competencia atlética. Sentirse adecuado en uno de los aspectos antes mencionados no compensa sentirse incompetente en otro. Por ejemplo, una persona puede valorarse por sus logros en el área académica pero sentirse poco aceptada por sus compañeros, lo que afectará su autoestima global. Otro punto importante es que si uno se siente competente en las áreas en las que desea sobresalir, tendrá una alta autoestima. Si por el contrario, la persona evalúa que es poco exitosa en las áreas que desea tener éxito, su autoestima será baja. Desarrollar las propias potencialidades e interesarse en lo que uno hace bien, beneficiará su autoestima en cualquier aspecto, inclusive en los deportes. 

martes, 1 de octubre de 2013

El dinero y los niños

Todos los que tienen hijos saben lo importante que es inculcarles principios morales y normas para vivir en sociedad y relacionarse satisfactoriamente con otras personas. Valores como la honestidad, la responsabilidad, la colaboración, entre otros; son indispensables en la formación de los niños y adolescentes.
La familia, la escuela y la sociedad son los principales agentes socializadores, que en mayor o menor medida, trasmiten los principios con los cuales guiar la propia conducta, así como los ideales a los que aspirar en nuestro contexto social.

En este sentido, el dinero, que generalmente se asocia con el éxito, ocupa un lugar privilegiado y los niños lo aprenden desde muy temprano. Otro ideal común en nuestra sociedad es el del joven emprendedor, aquel que inicia un negocio y gana dinero. En varios colegios, incluso, se han incorporado programas destinados a ello. No es extraño entonces, que los pequeños estén orientados a buscar “cachuelos” y ganar propinas por realizar diferentes labores o actividades.

Algunos padres optan por pagar a los hijos por realizar diferentes tareas en el hogar como lavar el carro, dictar clases a los hermanos u otras. Cada familia se organizará de diferente manera y tendrá sus propias costumbres, patrones de relacionamiento y negociación. No obstante, es imprescindible diferenciar las responsabilidades propias de cada niño, las tareas que cada miembro debe realizar como parte de la familia y lo que se considera un “trabajo extra” ocasional fuera de los deberes habituales.
Por ejemplo, cada niño debe ir aprendiendo desde pequeño a hacerse cargo de su aseo personal y sus pertenencias. A medida que va creciendo puede ir asumiendo algunas tareas en la casa como botar la basura, ir a comprar o ayudar con alguna otra labor doméstica. Estas actividades que son parte de la rutina y la organización familiar no deberían ser pagadas. Si usted empieza a darles dinero por ordenar su cuarto, hacer la tarea o terminar el almuerzo, pronto sus hijos creerán que toda recompensa es monetaria y no harán nada sin ganar dinero.

Lo que es peor, no aprenderán valores como colaboración y responsabilidad. En estos casos es necesario que las recompensas sean sociales. Es decir, brindarles un reconocimiento verbal o un premio simbólico (no monetario) por su ayuda. Ello no impide que promovamos iniciativas para ganar dinero con otras actividades ocasionales como ayudar en el trabajo de los padres, vender manualidades u otras alternativas de acuerdo a su edad; pero no olvide siempre tener en perspectiva los valores que está promoviendo.

Niños independientes, adultos autónomos

Desarrollar la independencia de los hijos es una meta que requiere constancia, visión a futuro y seguridad. No es sencillo para la mayoría de padres dejar a sus hijos libres y permitirles hacer las cosas sin ayuda. Usualmente, quieren protegerlos de todo peligro y evitarles equivocaciones, riesgos o cualquier dolor.
No obstante, es necesario confiar en ellos, brindarles la seguridad y tranquilidad necesaria para que sientan confianza y aprendan a valerse por sí mismos. Ello no quiere decir, por supuesto, dejar de observarlos y cuidarlos; pero debemos darles cierto espacio de libertad para que puedan descubrir el mundo y logren ser más autónomos.
Cada edad traerá para el niño nuevos retos que conquistar y logros que cumplir. Es fundamental motivarlos a que tomen la iniciativa para ser más independientes. Desde que comienzan a caminar, los niños se sienten más seguros de su cuerpo y sus movimientos. Es importante reforzar sus éxitos. Ello beneficiará su autoestima y los alentará a intentar nuevas metas.
Tome en cuenta la edad del pequeño para animarlo a completar tareas sencillas que sea capaz de hacer. Aunque no las haga bien al inicio, es importante que se sienta capaz de hacerlas para su desarrollo emocional y social.
En relación a esto, Erikson plantea ocho etapas de desarrollo psicosocial del ciclo vital. Cada una refleja una crisis entre el logro de una meta y el fracaso en ella. En la niñez temprana el fin es desarrollar la autonomía. Si el niño es frustrado en sus intentos de definir su voluntad puede quedar atrapado en la vergüenza y en la duda. En la siguiente etapa el niño estará orientado a desarrollar su iniciativa. De igual manera, si se le restringe en sus actividades, sentirá culpa y se inhibirá en lo sucesivo, lo que perjudicará su espontaneidad y creatividad.
Los niños son capaces de hacer más cosas de las que uno cree. Suba las expectativas de acuerdo a su edad y sus limitaciones. Refuerce lo positivo y trasmítale siempre confianza en que ellos pueden hacerlo. Evite hacer por ellos las actividades que puedan hacer solos. Si lo viste, le da de comer en la boca y lo baña cuando el niño ya está listo para hacerlo sin ayuda, solo fomentará la dependencia. No critique la manera de hacer las cosas de su hijo, cada uno tiene su propio estilo de resolver problemas y él necesita encontrar su propio modo. Recuerde que un niño independiente se convertirá en un adulto autónomo.

La campaña empieza en casa

Las campañas de difusión contra la comida chatarra son importantísimas para la salud de los niños y adolescentes. Estas se centran en la promoción de loncheras saludables, a partir de la sensibilización a estudiantes, maestros y encargados de los kioscos escolares. Definitivamente todas las acciones para fomentar una nutrición saludable son beneficiosas. Sin embargo, para que los resultados sean óptimos, las actividades deben incluir también a los padres de familia.
Los padres son los principales actores en la crianza de los niños. No solo les enseñan a dar y recibir afecto, socializar, seguir las normas y conducirse de manera adecuada en la vida; también les enseñan hábitos alimenticios y les brindan el ejemplo a la hora de escoger un bocadillo. Cada familia tiene costumbres particulares en cuanto a la comida y estos hábitos se establecen desde la infancia.
Si se busca mejorar la calidad nutricional de las loncheras escolares es necesario trabajar con los padres para ayudarlos a cambiar los hábitos alimenticios familiares que sean perjudiciales. Son los padres los que preparan las loncheras de sus hijos desde pequeños y no siempre tienen la información adecuada o el tiempo disponible para ello.
Todos los padres coincidirán en que lo único que quieren hacer al llegar a casa después de un largo día de trabajo es comer alguna cosa y descansar. Pensar en alternativas variadas y saludables para la lonchera del día siguiente, puede resultar pesado a menos que tengamos alguien que se encargue específicamente de eso. Generalmente se opta por productos envasados y bocadillos azucarados que además son más aceptados por los niños. La preocupación porque coman algo durante las largas horas que pasan en el colegio, puede llevarlos a escoger alternativas poco adecuadas. Y siendo sinceros, incluso los padres optan por bocadillos rápidos cuando tienen unos minutos libres en el trabajo.

Lamentablemente la comida chatarra puede resultar más apetitosa que la natural, especialmente si se está acostumbrado a consumirla. Por ello es importante que se habitúe a los niños desde pequeños a opciones más saludables. Cada vez que coma verduras y frutas sus hijos seguramente seguirán su ejemplo. Si en su casa se come siempre saludable, los niños estarán acostumbrados a alimentarse bien y tendrá más probabilidades de que acepten menús saludables en la lonchera. Es un trabajo extra y constante pero vale la pena a largo plazo.

lunes, 16 de septiembre de 2013

Los niños y el divorcio

El divorcio es una de las situaciones más estresantes que puede atravesar una familia y los niños son usualmente los más vulnerables, ya que no tienen ningún control de lo que ocurre y sus recursos personales son aún limitados. El lenguaje está todavía en proceso de desarrollo y ello dificulta que logren expresar las emociones que están experimentando. Generalmente sus conductas son las que muestran su fastidio y preocupación. Es común que presenten algunos síntomas que expresen la tensión por la que están pasando como cambios de conducta y de ánimo, temores, sensación de pérdida y tristeza. Pueden temer ser abandonados o sentirse responsables por la separación de sus padres. Los más pequeños tienden a manifestar conductas regresivas como volver a mojar la cama o usar chupón. También es probable que manifiesten irritabilidad, rabietas, trastornos de sueño y apetito, ansiedad de separación, dolores de cabeza y barriga, entre otros. Es crucial estar atento a cualquier cambio en el comportamiento. No obstante, las reacciones de los niños ante el divorcio variarán de acuerdo a las características propias de cada uno, la actitud de los padres, la calidad del vínculo con los hijos y manejo del divorcio. Recuerde que el conflicto trae más dificultades que el divorcio en sí mismo.

viernes, 6 de septiembre de 2013

Presión social y trastornos alimenticios

Nunca antes como ahora la imagen ha sido tan importante en la vida de las personas. La inmensa cantidad de fotos que aparecen todos los días en las redes sociales son expresión de ello.
Una imagen vale más que mil palabras dice el dicho y la apariencia parece importar más que el interior de las personas en la actualidad. En la sociedad occidental, los patrones de belleza son rígidos y estereotipados. Basta hojear cualquier revista, ingresar a internet o ver la televisión para ser conscientes que hay un tipo de belleza que se privilegia sobre las demás. La delgadez, la estilización y las facciones perfectas (cirugías de por medio generalmente) se repiten una y otra vez en la pantalla.
No hay espacio para la diferencia, la originalidad o la imperfección en el mundo actual. Todos aspiran a alcanzar los patrones ideales y ello afecta principalmente a los adolescentes que están lidiando con cambios físicos y emocionales profundos. Se sienten inseguros de su apariencia, temen no ser aceptados. Tener el cuerpo ideal es sinónimo de éxito social, y en muchos casos, están dispuestos a recurrir a cualquier sacrificio para lograrlo.
Ello es lo que explica que gran cantidad de muchachas se sometan a dietas estrictas y se obsesionen con su peso corporal. No todas desarrollarán desórdenes alimenticios, ello dependerá de diversos factores genéticos, personales y familiares; pero la presión social que ejercen los medios de comunicación puede volverse el detonante principal para las más vulnerables.
Las páginas web que brindan trucos para ceñirse a dietas estrictas, controlar lo que comen y purgarse, reflejan cuán extendida y desesperada es la búsqueda por lograr la meta del cuerpo perfecto aunque sea a costa del bienestar físico y emocional. La presión del grupo puede influir en el ingreso a estas páginas. Si todas lo hacen, ellas también deben hacerlo.

Tal vez se pregunte cómo es posible que atenten contra su salud de esa manera. La respuesta puede estar relacionada a las características del pensamiento adolescente que los lleva a centrarse en sí mismos, vivir el momento y tener dificultades para adelantarse a las posibles consecuencias de sus actos. Piensan que la enfermedad y la muerte es algo que les ocurre a otros, no a ellos. Ser aceptados por sus pares y lograr el éxito social son sus metas principales. La tarea de los padres y de la sociedad es mostrarles la manera saludable para lograrlo.

Tener tino

Siempre sorprende cuando alguien hace un comentario fuera de lugar que incomoda a otros o les crea algún malestar. Seguramente todos han vivido una sensación parecida en algún momento de sus vidas. De vez en cuando uno se topa con alguna persona que dice: “¡cómo has engordado!”, ¡qué calvo estás! o “se te ve muy mal ¿qué te ha pasado?” Otras van más allá y pueden decirle a alguien que acaba de ser diagnosticada con una enfermedad crónica que toda su familia murió de esa condición o alguna otra perla. En esos momentos es probable que quede tan sorprendido que solo responda con una mueca extraña. Uno se pregunta qué puede estar pasando por la mente de la otra persona para soltar ese comentario tan desatinado. Se espera que la gente actúe con cordialidad y tacto cuando interactúa con los demás y ello implica ser cauta en lo que se dice y reflexionar antes de hablar. Tener tino es conducirse con juicio y sensatez en un asunto delicado. Es necesario evaluar la situación y estar en sintonía con las emociones de la otra persona. Implica empatía y cuidado con los sentimientos de los demás. Algunas cosas, aunque evidentes, es mejor no mencionarlas si van a herir de alguna manera a otra persona.

martes, 3 de septiembre de 2013

Espacio de expresión

La niñez siempre se asocia con una etapa idílica de juegos, sueños y fantasías. Una fase en la que todo es diversión y no existen responsabilidades ni problemas; pero la niñez, como cualquier otra etapa, viene también con dificultades, preocupaciones y temores.
No obstante, cuando los niños viven en hogares funcionales en los que se ha construido un vínculo de apego seguro, la comunicación entre padres e hijos es fluida y la contención emocional es adecuada; las crisis de desarrollo típicas de la infancia serán atendidas y minimizadas. En un clima de afecto y confianza es posible hablar si se presenta un problema.
Lamentablemente, en otros hogares ser niño no es nada fácil y las vivencias diarias de algunos se alejan muchísimo de lo requerido para un desarrollo emocional saludable. El maltrato emocional y físico, la negligencia e incluso la violencia sexual, pueden ser parte de la vida cotidiana de un grupo de  niños.

¿Cómo lidiar con algo así? ¿Cómo entender que tus propios padres o familia te maltraten? ¿Cómo hablar de lo que ocurre en la escuela? La situación de estos niños es delicada ya que dependen completamente de esos padres que los tratan mal o que están tan alejados emocionalmente de ellos que no se dan cuenta de lo que les ocurre dentro o fuera de casa. Unido a ello, el temor a hablar de algo que avergüenza o que puede traer consecuencias negativas como perder el cariño de los padres o perjudicar a su familia de alguna forma, también está presente.

Sin embargo, la necesidad de expresar lo vivido es urgente. Para ello se requiere de un espacio en el que puedan confiar, con adultos que le brinden seguridad y soporte emocional. Esto es lo que puede ofrecer un proceso psicoterapéutico pero para eso, es necesario que los padres detecten algún malestar en el niño y se preocupen por buscar la ayuda necesaria.

¿Y quién socorre a los niños que tienen problemas que no se atreven a contar a sus padres o que son fruto de la relación con estos? Un espacio de escucha gratuito como el que ofrece el Teléfono de Ayuda a Niños y Adolescentes en Riesgo (ANAR) les da la posibilidad a esos niños de expresar sus dificultades, hablar de sus vivencias y recibir una contención emocional momentánea. Además les brinda algunas herramientas para afrontar sus problemas y buscar salidas adecuadas a sus recursos. Para todos esos niños que sienten que nadie los escucha, una llamada a este teléfono puede hacer la diferencia.

Celos entre hermanos

Los celos son esa experiencia subjetiva de malestar y frustración que se desencadena cuando una persona se siente en peligro de perder el cariño de alguien; o cuando percibe, con fundamentos reales o irreales, que no es el favorito de la persona amada. Todas las personas han sentido aquella sensación en algún momento de su vida.
En el contexto de la relación entre hermanos, los celos pueden aparecer en momentos puntuales o ser una constante en el relacionamiento, lo que podría perjudicar el vínculo entre estos y requerir de la intervención de los padres y posiblemente la consulta con un psicoterapeuta.
Existen diferentes factores que contribuyen a la aparición de los celos. La etapa evolutiva que atraviesan los niños, el estilo de crianza de los padres o incluso el temperamento particular de cada hijo.
Los más pequeños pueden tener más dificultades para lidiar con su fastidio cuando nace un hermano y tenderán a expresarlo mediante diversas conductas como llanto, terquedad o el retroceso en algunos logros; los niños más grandes generalmente tienen más posibilidades de modular sus celos y expresar lo que sienten.
Los padres podrían fomentar los celos si hacen preferencias entre los hijos. Sin embargo, cuando esto no ocurre, es probable que los celos sean el resultado de la percepción subjetiva del niño por una mayor necesidad de atención o inseguridad en relación al cariño de los padres.
Sea cual sea el motivo de los celos, siempre causan malestar en los niños y es necesario brindarles ayuda para superarlos. Intente averiguar qué los está motivando. Tenga en cuenta la historia del niño, la situación familiar, si han aparecido recientemente o si responden a modos de interacción cotidiana del niño.
Es imprescindible ayudarlo a elaborar sus sentimientos y darle seguridad en el vínculo con los padres. Debe saber que se le quiere incondicionalmente. Si es pequeño, ayúdelo a poner en palabras sus sentimientos.
Algunas pautas útiles son: sea cuidadoso en equilibrar la atención a cada hijo pero también explíqueles por qué se hacen diferencias en algunos casos. Refuerce las conductas positivas e ignore las conductas inadecuadas. Fomente las actividades en familia y enséñeles a tratar bien a sus hermanos. Evite las comparaciones entre ellos. Fomente momentos para compartir todos pero también dedique algunos momentos de exclusividad a cada uno. No olvide que, finalmente, cada niño es diferente y tiene necesidades particulares.



Se cosecha lo que se siembra

Criar hijos no es nada fácil. Se aprende en el camino, se cometen aciertos y errores pero si hay algo que comparten todos los padres es el interés en brindar la mejor educación posible a sus pequeños. Esto, por supuesto, va más allá de matricularlo en un buen colegio. Instruirlos como personas de bien requiere de un trabajo constante. Las reglas y la disciplina que asimilarán, así como los valores y los principios que guiarán su conducta durante la vida dependerán de lo que aprendan dentro de su familia.
Así de importante es la familia. El entorno en el que un niño se cría será su referente, sea cual sea el que le toque. Por supuesto, no podemos juzgar a los demás; aunque hay algunos grupos familiares más funcionales que otros, ninguna familia es perfecta. Cada una tiene sus propias características, modos de interactuar y costumbres. Estos aspectos particulares moldearán a los niños en su desarrollo y probablemente se transferirán a las siguientes generaciones.
Por ello, es importante ser conscientes de lo que se trasmite silenciosamente en el día a día. ¿Cuántas veces se escucha a padres quejarse de algún hábito de su hijo o hija sin caer en la cuenta de que es una conducta común en ellos mismos u otros familiares?
Los hijos aprenden de los padres a través del ejemplo. Si se ha estado presente siempre como padres, los hijos estarán ahí cuando los primeros envejezcan. Si los padres se dieron el tiempo de compartir momentos de calidad con los hijos, estos aprenderán a hacerlo con ellos y con la familia que formen en el futuro.
Cuando los hijos crecen y se van a vivir solos o se establecen con una familia propia, algunos se mantienen en contacto constante y se reúnen frecuentemente con sus padres y familiares; mientras en otros casos, permanecen distantes y pueden pasar muchos días sin saber unos de otros. ¿De qué depende esto?
Se cosecha lo que se siembra. Si se han construido vínculos sólidos basados en el afecto, la preocupación por el otro y se ha incentivado la necesidad de compartir el tiempo con la familia, lo más probable es que los hijos lo asimilen y lo demuestren devolviendo el mismo cariño e interés en su familia.

No se le puede pedir peras al olmo dice el dicho popular y esto puede aplicarse también a las relaciones familiares. Si desea enseñarles a sus hijos la importancia de pasar el tiempo con sus seres queridos, póngalo usted en práctica constantemente. Aproveche todas las ocasiones para reunirse con la familia y establezca sus propias costumbres y tradiciones. Siembre ahora.

domingo, 18 de agosto de 2013

¿Cómo celebrar el día del niño?

El Día Universal del Niño fue establecido por la Asamblea General de la ONU con la finalidad de llamar la atención de la sociedad sobre las necesidades específicas de este grupo. Diversas instituciones, encabezadas por la UNICEF en cada país, emprenden campañas cada año con actividades artísticas, recreativas y deportivas para recordar la importancia de brindar a los niños y niñas una vida plena en la que se respeten todos sus derechos.

Sin embargo, el objetivo de este día ha sido tergiversado, a tal punto, que ha pasado a ser una mera celebración comercial. Las personas quedan atrapadas en la vorágine de la publicidad y terminan pensando que regalar un juguete es lo más adecuado cada tercer domingo de agosto.

¿Por qué celebrar el día del niño?
Seguramente algunos pensarán que no es necesario celebrar un día a los niños si todos los días son para ellos y son la prioridad número uno de las familias. No obstante, muchísimos niños en el Perú aún viven en condiciones paupérrimas y tienen recortados sus derechos permanentemente. Hay otros más que a pesar de contar con sus necesidades básicas cubiertas no acceden a todas las oportunidades de desarrollo que podrían tener; y todos viven en una sociedad insegura por las altas tasas de criminalidad en el país.

Este día es para recordar que aún debemos mejorar la calidad de vida de todos los niños y niñas. Estos requieren de protección y es responsabilidad de los adultos brindársela. Necesitan el amor y el cariño de una familia que les dedique cuidados y soporte emocional para que puedan alcanzar su máximo potencial. Los niños además tienen derecho a la educación, a participar en actividades culturales, a tener espacios de recreación en los que puedan jugar libremente y sin peligro. Precisan de un ambiente saludable en el que puedan crecer libres de violencia familiar y social; y de un país que les provea las oportunidades de desarrollar y crecer con esperanza y optimismo hacia el futuro.

¿Cómo celebrar el día del niño en familia?

La mejor opción es brindarles toda la atención a sus pequeños durante su día (y ello no quiere decir darles todo lo que pidan); más bien se trata de escucharlos de verdad, acompañarlos y compartir con ellos las actividades que prefieran, aprovechar para conocerlos un poquito más, comprenderlos mejor, brindarles afecto y recordarles lo importantes que son en sus vidas.