domingo, 30 de junio de 2013

Terapia a través del arte

Convencionalmente la terapia psicológica utiliza la palabra como medio para conocer a la persona y analizar su mente. A través de la expresión verbal el paciente logra entender lo que sucede en su mundo interno y elaborar sus conflictos. No obstante, las palabras no son el único medio para acceder al psiquismo. Existen otros canales que todas las personas poseen y que son previos al lenguaje aunque suelen quedar en segundo plano bajo la organización verbal. El mundo sensorial está siempre activo y somos conscientes de este cuando apreciamos un cuadro, escuchamos una melodía o bailamos. La terapia a través del arte utiliza las distintas disciplinas artísticas como la pintura, la danza, la música, el teatro y otras más, para conectarse con los aspectos más profundos de uno mismo. Los conflictos y los recursos personales son explorados y vivenciados a través del proceso de creación artística. En este tipo de terapia lo importante es el proceso creador más que el producto acabado. Durante el trabajo terapéutico se van descubriendo aspectos personales desconocidos, se exploran habilidades y se logran diversos cambios beneficiosos para la salud como la reducción de los niveles de ansiedad y depresión, la disminución de la presión arterial y del dolor, la mejora del sistema inmunológico, entre otros.


efectos psicológicos luego de un sismo

El temor a los temblores es común, ya que vivimos en un país sísmico. Cada movimiento reactiva el miedo de las personas aunque cada una reacciona de manera diferente de acuerdo a sus experiencias. Los que recuerdan los terremotos pasados usualmente temen que se desencadene un desastre con cada movimiento. Lamentablemente no están lejos de la realidad, ya que un gran sismo podría ocurrir en cualquier momento según los expertos.
Los terremotos pueden causar gran impacto emocional en las personas. Ello se debe, en gran parte, a que no hay manera de anticipar el momento en que sucederá, y por lo tanto, prepararse psicológicamente para ello. Cuando se presenta un temblor fuerte, las emociones irrumpen y es difícil procesar lo vivido inmediatamente. Por esta razón es natural que luego del suceso, algunas personas experimenten ansiedad, miedo, ataques de pánico, entre otros síntomas.


Luego de un desastre, el organismo necesita recuperarse del trauma emocional sufrido y requiere de tiempo para elaborarlo. Por eso, es posible que se den cuadros de Estrés Post Traumático entre las víctimas de terremotos. La persona revive el episodio traumático una y otra vez, lo que afecta su vida cotidiana. Se presentan niveles elevados de ansiedad, temor, dificultades para dormir y pesadillas recurrentes. Una terapia de intervención en crisis permite que la persona pueda recibir soporte emocional inmediatamente luego del desastre, lo que la ayudará a reconstruir su vida más rápidamente. Es necesario proporcionarle a la persona la posibilidad de entender lo que vivió y elaborar todo lo sucedido para recobrar la tranquilidad.
Los niños son un grupo especialmente vulnerable para tolerar situaciones de estrés elevado. Generalmente lo que causa más temor en estos es la ansiedad y miedo que observan en los adultos que están a su cuidado. Por ello si ocurre un temblor, es importante trasmitirles tranquilidad, sostenerlos para que se sientan protegidos durante el movimiento y enseñarles a colocarse en un lugar seguro. Luego del sismo, permítales expresar lo que sienten y explíqueles que probablemente habrá algunas réplicas para que estén preparados.

Es imprescindible estar lo más preparado posible para un sismo. Es recomendable que toda la familia tenga conocimientos sobre lo que se debe hacer frente a un temblor. Se puede aprovechar los movimientos de baja intensidad para practicar las recomendaciones de defensa civil y sobre todo, tratar de mantener la calma para reaccionar apropiadamente en el caso de que se dé un terremoto. 

miércoles, 26 de junio de 2013

Cuidar niños

Cuando se tiene hijos pequeños es necesario atenderlos y estar pendientes de ellos permanentemente. Además de la alimentación, el aseo y los horarios particulares de sueño, los niños necesitan ser estimulados y tener la posibilidad de descubrir el mundo a través del juego en un espacio seguro. Uno de los factores más importantes para el bienestar de los pequeños es la respuesta emocional de la persona encargada de ellos, el cuidado afectuoso y la delicadeza con la que se les trate en todo momento.
Por eso cuando ambos padres trabajan, como ocurre en muchos casos, es imprescindible contar con el apoyo de una persona calificada para cuidar niños apropiadamente. ¿Qué características identifican a la persona adecuada? ¿Qué habilidades debe tener una cuidadora?
Varios aspectos se deben tomar en cuenta al momento de evaluar a la persona que se encargará de nuestros hijos. En primer lugar, es necesario que sea alguien responsable y confiable. Generalmente se contrata para esta labor a personas que ya han trabajado un tiempo con algún familiar u otro cercano, pero si no conoce a la candidata para el puesto, se debe poner especial atención en verificar sus referencias laborales. Además en la entrevista observe la conducta y características principales de la cuidadora y pregúntese: ¿es cordial, cálida, cuidadosa, empática, tiene criterio y sentido común?
Estas características son imprescindibles porque brindan información sobre la madurez emocional de la persona. Para cuidar niños se necesita alguien capaz de comportarse con ecuanimidad en todo momento, que sea precavida para anticiparse a cualquier peligro y proteger a los niños. Además debe ser alguien a quien le gusten los niños y sea afectuosa con estos.
Es recomendable también que tenga nociones básicas de desarrollo infantil que le permitan brindar los cuidados específicos al niño de acuerdo a la edad. No obstante, los conocimientos deben acompañarse de experiencia práctica. Una persona que ya ha trabajado con niños antes estará mejor preparada para asumir el encargo.

Se deben tomar todas las precauciones posibles ya que la persona contratada pasará varias horas con sus hijos y se convertirá en una figura significativa para estos. No olvide observarla y evaluarla permanentemente pero también tómese el tiempo para conocerla y trátela siempre con respeto. Esto favorecerá que se vuelva su mano derecha en la casa.

Ludopatía

Si bien no se puede hablar de un perfil de personalidad específico entre los jugadores patológicos, se puede identificar algunos rasgos asociados a este problema como una conducta impulsiva, la búsqueda de sensaciones y riesgos, poca capacidad para enfrentar la realidad, necesidad de excitación constante, entre otros. Se considera que la ludopatía es un problema de control de impulsos. La persona no puede regular el deseo de jugar y lo hace constantemente a pesar de las pérdidas económicas que le ocasionan. Los síntomas del juego patológico son similares a los definidos para el abuso de drogas, por eso la ludopatía es considerada una adicción sin sustancia. El juego provee fascinación y placer momentáneo pero luego se cae en angustia.  Dentro de los criterios diagnósticos se describen los siguientes: preocupación reiterada por jugar, necesidad de aumentar la frecuencia de las apuestas para conseguir la excitación deseada, intentos infructuosos y repetidos de reducir o parar el juego, irritabilidad durante los momentos de abstinencia, utilización del juego para escapar de problemas o para mitigar un estado deprimido, intentos repetidos de recuperar el dinero luego de perderlo, ocultar el problema, recurrir a engaños o fraudes para seguir jugando y arriesgar relaciones significativas. La aceptación del problema es el primer paso para la recuperación.

sábado, 15 de junio de 2013

Retrato de un buen padre

Este domingo se celebra el día del padre, ocasión que hace reflexionar sobre la importancia de este en el desarrollo de los niños y niñas. La función que desempeña el padre es significativa para la vida de los hijos y su ausencia, por lo tanto, puede traer consecuencias adversas. Esto último resulta preocupante si tomamos en cuenta cómo están estructurados numerosos hogares en el Perú.
Según el Mapa Mundial de la Familia 2013 el 24% de las familias peruanas están  presididas por un solo padre; y sabemos que, salvo algunas excepciones, la mayoría de estos hogares monoparentales está a cargo de la madre, quien se responsabiliza de sus hijos, con o sin ayuda del padre. Algunos de estos niños y niñas ni siquiera conocen a su progenitor.
No obstante, en la mayoría de casos, felizmente, hay algún familiar cercano que cumple el rol paterno como el tío, abuelo o padrastro. ¿Cómo influye esto en los niños y adolescentes? ¿Es posible que alguien reemplace al padre y cumpla con una buena labor en este sentido?
Obviamente estas preguntas no admiten respuestas absolutas. Un padre biológico puede ser tan buen o mal padre como uno sustituto, lo que dependerá de cómo se desempeñe en su función. Lo que sí es posible es describir las características que retratan a un buen padre, y estas por supuesto, van más allá de cubrir las necesidades básicas de los hijos.
Se dice que un padre no es el que procrea sino el que cría y ello significa cumplir con la labor a cabalidad. Un buen padre es el que está presente no solo físicamente sino también emocionalmente, el que brinda soporte afectivo cuando le piden ayuda pero también cuando percibe que pueden necesitarla, el que está pendiente de sus hijos, el que pregunta si todo está bien y ofrece su ayuda en cualquier momento, el que corrige cuando es necesario y reconoce las buenas acciones cuando se hacen, el que se preocupa de dar un buen ejemplo y ser un modelo a seguir para sus hijos.

Un padre ejemplar es el que se alegra con los logros de sus pequeños y los anima a seguir adelante para alcanzar objetivos aún más altos, el que se da el tiempo necesario para jugar con ellos aunque tenga la agenda repleta, el que está dispuesto a resolver dudas, responder preguntas y compartir actividades e intereses comunes con sus hijos. Feliz día a todos esos padres, biológicos o sustitutos, que están presentes siempre.

Los amigos de mi pareja

Cuando una pareja decide convivir o casarse, se produce un cambio en la relación con los amigos. Sin embargo, esta variación no es equitativa para ambos sexos. A menudo los hombres mantienen un vínculo fluido con sus pares y les dedican uno o dos días a la semana, ya sea para hacer deporte, ir a un bar o simplemente pasar el rato. Las mujeres por otro lado, tienden a enfocarse en el matrimonio y en las actividades sociales en pareja y paulatinamente, van alejándose de sus amigas. Ello por supuesto es un error porque pierden un espacio social importante, de soporte emocional, afecto y confianza. Dada esta situación posiblemente las mujeres vean a los amigos de él como intrusos, especialmente cuando estos siguen apareciendo en la casa de la pareja a toda hora y sin avisar como cuando eran solteros. Si bien esto puede ocurrir en ambos lados, las convenciones sociales influyen en que sean más los amigos de él quienes lo hagan y además lo fastidien con el estereotipado discurso del “saco largo” para convencerlo de alguna actividad, lo que disgusta a las mujeres. La solución más democrática es que la pareja establezca acuerdos y límites, sin olvidar que ambos deben dedicar un tiempo a sus amistades por igual. 

Los costos de la violencia contra la mujer

La violencia contra la mujer dentro de una relación de pareja es un problema extendido en el Perú. Según la Encuesta Demográfica y de Salud Familiar (ENDES) 2012 el 66,3% de las mujeres que tienen o han tenido una relación de pareja manifestó que el esposo o compañero ejerció alguna forma de control sobre ellas, el 21,7% expresó que habían experimentado situaciones de violencia verbal de parte de la pareja como expresiones humillantes delante de otras personas, el 19,9% declararon que el esposo o compañero las amenazó con irse de la casa o quitarle a sus hijos o la ayuda económica y el 37,2% manifestaron que fueron víctimas de violencia física y sexual por parte de su esposo o compañero.
Ello significa que entre el 20% y 60% de las mujeres es víctima de algún tipo de violencia, y por supuesto, cabe la posibilidad de que estas cifras estén subvaloradas, si se toma en cuenta que muchas veces el maltrato se calla.
La violencia dentro de la pareja es un problema social grave que trae diversas consecuencias negativas de diferente orden. En primer lugar la salud física y psicológica de la mujer es afectada. No solo hay riesgo de daños somáticos irreparables o muerte como se ve diariamente en las noticias. Si las víctimas tienen la suerte de sobrevivir, quedan con secuelas emocionales severas que afectan diversos aspectos como la autoestima, y con ello, su desempeño en diversos ámbitos como el social, laboral y económico.
Ello por supuesto trae pérdidas financieras que pueden cuantificarse pero examinar los datos desde los costos empresariales resulta distante y frío aunque la intención sea que las empresas tomen algún tipo de acción. Lamentablemente aún son pocas las empresas que cumplen con todos los derechos de los trabajadores y muestran una verdadera equidad de género dentro de sus políticas, por lo que sería necesario empezar por sentar las bases de la igualdad de derechos.

Es necesario, por otro lado, centrar los esfuerzos en los costos sociales que deja la violencia. Una familia atrapada en el círculo de la violencia, con un padre maltratador y una madre que no tiene los recursos para salir de esa situación, probablemente perpetúe y trasmita la violencia a través de sus hijos e hijas quienes aprenderán a ejercer la violencia o a soportarla como si fuera parte natural de sus vidas. Ese es un costo elevadísimo que no puede ser secundario al económico.

El sentido de la psicoterapia

Las personas que acuden a una terapia psicológica por primera vez usualmente esperan encontrar a alguien que les dé respuestas concretas a sus dudas y que les señale el camino a seguir. “Yo quiero que me diga qué debo hacer en esta situación”, ¿cómo resuelvo este problema?, ¿qué haría usted? son algunas frases comunes. Es probable que crean que lo más adecuado es que alguien tome las decisiones difíciles por ellos. No obstante, el sentido de la terapia no es el brindar las respuestas como si se tratara de un examen de conocimientos. Ello no ayuda a la persona y puede incrementar la inseguridad en ella misma y en las decisiones que tome. Si el terapeuta es demasiado directivo en sus intervenciones y le dice al paciente lo que debe hacer en cada situación, podría favorecer que se establezca una relación de dependencia hacia este y tenderá a depositar en el especialista toda la confianza y responsabilidad por sus decisiones en lugar de fortalecer su propia seguridad y confianza. Por ello, el objetivo de una terapia psicológica debe ser acompañar al paciente a encontrar sus propias respuestas, ayudarlo a ver aspectos de sí mismo que no son conscientes y brindarle otra perspectiva sobre una situación, otros ángulos no descubiertos aún.